Hasta el viejo Hospital de los muñecos,
llegó el pobre Pinocho mal herido,
un cruel espantapájaros bandido,
lo sorprendió durmiendo y lo atacó.
Llegó con su nariz hecha pedazos
y una pierna en 3 partes astilladas
y una lesión interna y delicada,
el médico de guardia lo advirtió.

Al viejo cirujano, Llamaron con urgencia
y con su vieja ciencia, pronto lo remendó,
pero dijo a los otros muñecos internados,
todo esto sera en vano le falta un corazón.

El caso es que Pinocho estaba grave
y en si de su desmayo no volvía
y el viejo cirujano no sabía,
a quien pedir prestado un corazón.

Entonces llegó el Hada protectora
y viendo que Pinocho se moría,
le puso un corazón de fantasía
y Pinocho sonriendo despertó
y Pinocho sonriendo despertó.

Pinocho, Pinocho, hay pobre Pinocho.


Pos casi no tenía paranoias con lo mentir y quedarme como Pinocho... y con Pepe Grillo que hacia de conciencia, y que yuyu en cuanto veía un grillo... no hacia falta que me hablara yo solita me decía todo..... y todo lo que soñado.... con estos cuentos, estas canciones, es genial.... que mayor me toy haciendo.... ;D

Como un gato.... hay que intentar caer de pie....

Cambios en la puerta, ya os contaré.. para los que están de examenes, mucho ánimo falta poco....
este fin de Tranquilo, y para mi negro Animo!!¡ Vales mucho y con lo que has caminado... deberías saberlo.

y por último una frase que sé que entenderás solo si me quieres, si no es una frase más,

"ÁMAME CUANDO MENOS LO MEREZCA, POR QUE ES CUANDO MÁS LO NECESITO"

El lunes novedades..... buenas de todas a todas... tiene que serlo....

"Un scout sonríe ante las dificultades"


Mil Grullas -última parte-

En la habitación que compartía con sus primos, Toshiro velaba entre las sombras. Esperó hasta que tuvo la certeza de que nadie más que él continuaba despierto. Entonces, se incorporó con sigilo y abrió el armario donde se solían acomodar las mantas.
Mordiéndose la punta de la lengua, extrajo la pila de papeles que había recolectado en secreto y volvió a su lecho. La tijera la llevaba oculta entre sus ropas. Y así, en el silencio y la oscuridad de aquellas horas, Toshiro recortó primero novecientos ochenta cuadraditos y luego los plegó, uno por uno hasta completar las mil grullas que ansiaba Naomi, tras sumarles las que ella misma había hecho.
Ya amanecía, el muchacho se encontraba pasando hilos a través de las siluetas de papel.
Separó en grupos de diez las frágiles grullas del milagro y las aprestó para que imitaran el vuelo, suspendidas como estaban de un leve hilo de coser, una encima de la otra.
Con los dedos paspados y el corazón temblando, Toshiro colocó las cien tiras dentro de su furoshiki y partió rumbo al hospital antes de que su familia se despertara.
Por esa única vez, tomó sin pedir permiso la bicicleta de sus primos. No había tiempo que perder. Imposible recorrer a pie, como el día anterior, los kilómetros que lo separaban del hospital. La vida de Naomi dependía de esas grullas.
-Prohibidas las visitas a esta hora —le dijo una enfermera, impidiéndole el acceso a la enorme sala en uno de cuyos extremos estaba la cama de su querida amiga.
Toshiro insistió: -Sólo quiero colgar estas grullas sobre su lecho, Por favor...Ningún gesto denunció la emoción de la enfermera cuando el chico le mostró las avecitas de papel. Con la misma aparentemente impasibilidad con que momentos antes le había cerrado el paso, se hizo a un lado y le permitió que entrara:
-Pero cinco minutos, ¿eh?Naomi dormía.Tratando de no hacer el mínimo ruidito, Toshiro puso una silla sobre la mesa de luz y luego se subió.
Tuvo que estirarse a más no poder para alcanzar el cielorraso. Pero lo alcanzó. Y en un rato estaban las mil grullas pendiendo del techo; los cien hilos entrelazados, firmemente sujetos con alfileres.
Fue al bajarse de su improvisada escalera cuando advirtió que Naomi lo estaba observando. Tenía la cabecita echada hacia un lado y una sonrisa en los ojos.
-Son hermosas, Tosí-can... Gracias...
-Hay un millar. Son tuyas, Naomi. Tuyas —y el muchacho abandonó la sala sin darse vuelta.
En la luminosidad del mediodía que ahora ocupaba todo el recinto, mil grullas empezaron a balancearse impulsadas por el viento que la enfermera también dejó colar, al entreabrir por unos instantes la ventana. Los ojos de Naomi seguían sonriendo.
La niña murió al día siguiente.
Un ángel a la intemperie frente a la impiedad de los adultos.
¿Cómo podían mil frágiles avecitas de papel vencer el horror instalado en su sangre?
Febrero de 1976.Toshiro Ueda cumplió cuarenta y dos años y vive en Inglaterra. Se casó, tiene tres hijos y es gerente de sucursal de un banco establecido en Londres.
Serio y poco comunicativo como es, ninguno de sus empleados se atreve a preguntarle por qué, entre el aluvión de papeles con importantes informes y mensajes telegráficos que habitualmente se juntan sobre su escritorio, siempre se encuentran algunas grullas de origami dispersas al azar.
Grullas seguramente hechas por él, pero en algún momento en que nadie consigue sorprenderlo.
Grullas desplegando alas en las que se descubren las cifras de la máquina de calcular.
Grullas surgidas de servilletas con impresos de los más sofisticados restaurantes...
Grullas y más grullas.
Y los empleados comentan, divertidos, que el gerente debe de creer en aquella superstición japonesa.
-Algún día completará las mil... —cuchicheaban entre risas—
¿Se animará entonces a colgarlas sobre su escritorio?
Ninguno sospechaba, siquiera, la entrañable relación que esas grullas tienen con la perdida Hiroshima de su niñez. Con su perdido amor primero.
-- FIN--
Jope que tiste!!! Pero creo que podemos ver lo que es el valor de una verdadera amistad! y para que siempre tengamos presente a todas los miles de personas que murieron en otra absurda guerra de USA, que nunca más volvamos a tener otra bomba y lo más importante
para que luchemos y pongamos nuestro granito de arena para buscar y conseguir la PAZ

Mil Grullas II

..........
En el avión, hombres blancos que pulsan botones y la bomba atómica surca por primera vez un cielo. El cielo de Hiroshima.
Un repentino resplandor ilumina extrañamente la ciudad.
En ella, una mamá amamanta a su hijo por última vez. Dos viejos trenzan bambúes por última vez.Una docena de chicos canturrea: "Donguri-Koro Koro- Donguri Ko..." por última vez. Cientos de mujeres repiten sus gestos habituales por última vez. Miles de hombres piensan en mañana por última vez.
Naomi sale para hacer unos mandados. Silenciosa explota la bomba. Hierven, de repente, las aguas del río.Y medio millón de japoneses, medio millón de seres humanos, se desintegran esa mañana. Y con ellos desaparecen edificios, árboles, calles, animales, puentes y el pasado de Hiroshima.
Ya ninguno de los sobrevivientes podrán volver a reflejarse en el mismo espejo, ni abrir nuevamente la puerta de su casa, ni retomar ningún camino querido. Nadie será ya quien era.
Hiroshima arrasada por un hongo atómico.Hiroshima es el sol, ese seis de agosto de 1945. Un sol estallando.
Recién en diciembre logró Toshiro averiguar donde estaba Naomi. ¡Y que aún estaba viva, Dios!Ella y su familia, internados en el hospital ubicado en una localidad próxima a Hiroshima, como tantos otros cientos de miles que también habían sobrevivido al horror, aunque el horror estuviera ahora instalado dentro de ellos, en su misma sangre.
Y hacia ese hospital marchó Toshiro una mañana. El invierno se insinuaba ya en el aire y el muchacho no sabía si era frío exterior o su pensamiento lo que le hacía tiritar.
Naomi se hallaba en una cama situada junto a la ventana. De cara al techo. Ya no tenía sus trenzas. Apenas una tenue pelusita oscura. Sobre su mesa de luz, unas cuantas grullas de papel desparramadas.
-Voy a morirme, Toshiro... —susurró. No bien su amigo se paró, en silencio, al lado de su cama—. Nunca llegaré a plegar las mil grullas que me hacen falta...Semba-Tsuru
(Mil grullas): Una creencia popular japonesa, asegura que haciendo mil de esas aves –según enseña a realizarlo el origami (nombre del sistema de plegado de papel)– se logra alcanzar la larga vida y felicidad.
Con el corazón encogido, Toshiro contó las que se hallaban dispersas sobre la mesita. Sólo veinte. Después, las juntó cuidadosamente antes de guardarlas en un bolsillo de su chaqueta.
-Te vas a curar, Naomi —le dijo entonces, pero su amiga no le oía ya: se había quedado dormida.
El muchachito salió del hospital, bebiéndose las lágrimas.
Ni la madre, ni el padre, ni los tíos de Toshiro (en cuya casa se encontraban temporariamente alojados) entendieron aquella noche el porqué de la misteriosa desaparición de casi todos los papeles que, hasta ese día, había habido allí.
hojas de diario, pedazos de papel para envolver, viejos cuadernos y hasta algunos libros parecían haberse esfumado mágicamente.
Pero ya era tarde para preguntar.
Todos los mayores se durmieron, sorprendidos.
.......... Continua.........


Queda la última parte ... os dije que era largooo muy largoooo
Mañana o pasado lo termino!!
Finde Intenso... última reunión con mis pioneros, fijo que os echo mucho de menos....luego Madrid a casa de Guille y Aida, como siempre insuperable.... muchas pero muchas risas, feria de libro (me he comprado un libro genial) un helado de "3 bolas" Guille no daba crédito, mmm al final me lo comí jejeje :o
La semana pinta bien.... y seguro que mejorará ! ;P
Preparando una sorpresa a mi niño! Preparate.... quedan 32 días.... cuenta...
Ah! Bienvenido Kun! a ver si quedamos a tomar unos mates!
Y esta semana toca papeles de nacionalidad!